LA MENESUNDA (segunda parte)

V

Hay un ojo que mira,

y yo veo que me está mirando.

No sé si mira mi ser

o mi parecer.

Mi parecer es ilusión y es error.

Mi ser es lo que existe

pero…

           como dijo el filósofo:

“el ser de un existente es

precisamente,

lo que el existente parece”.

Lo que el ojo que mira ve soy yo que lo estoy mirando.

VI

El humo del sahumerio

              sube y se expande

como una serpiente amenazante.

Hormiguitas en fila india

                      caminan apretadas.

Desde el silencio de mi ventana

observo el jardín.

En el vidrio se refleja

mi figura, mi semblante.

Y de este lado

las fibras de mi cuerpo vibran.

Late mi corazón.

El viento silba entre las hojas

de mi paraíso.

El humo del sahumerio

desciende.

Cae la tarde y se va mi reflejo.

De este lado quedo

y mi corazón sigue latiendo. Todo mi ser se regocija.

VII

En un bosque halló a la Muerte

y la saludó como a una vieja conocida.

Se encontraron frente a frente

y se saludaron respetuosas.

Pero no era su momento

y después de sonreírle

siguió su camino.

Sus tiempos eran diferentes

Sin embargo…ni tarde ni temprano

sino en el tiempo justo Volverán a encontrarse.

VIII

Tras las casas del barrio

sobre los techos cansados

con gatos okupas

sale la luna. Hoy es plenilunio.

El sereno anochecer de enero

sosiega las calles. Hay secretos.

Me siento en el umbral de mi puerta.

El olor a sopa se asoma

de una ventana vieja.

Aun en enero se toma sopa

en mi barrio trabajador.

Los niños dejan de jugar,

sus madres los llaman

Me quedo sola, sentada

 abrazándome las flacas rodillas.

Es el umbral del tiempo de mi infancia.

Siempre estaré allí

cuando salga la luna llena

cualquier anochecer de enero siendo esa niña inquieta y sin miedos que fui.